viernes, octubre 19, 2007

"no fornicarás" (lo de "no matarás", lo charlamos)

A mediados del pasado mes se dio a conocer que el Vaticano había suspendido de su cargo y abierto una investigación contra un prelado miembro de la Congregación (algo así como un ministerio) para el Clero, quien había asegurado mantener relaciones homosexuales. Su nombre permanece en el anonimato, ya que sus declaraciones se hicieron públicas por televisión con su rostro cubierto y la voz distorsionada, pero eso no alcanzó para evitar que los pretendidos cuidadores de la moral de todas personas que habitamos este planeta hayan puesto en marcha una inmediata investigación y dieran con el hombre en cuestión. El vocero de la Santa Sede, Federico Lombardi, afirmó que “las autoridades vaticanas tienen que intervenir con decisión y severidad ante un comportamiento no compatible con el servicio sacerdotal y la misión de la Santa Sede”.
Si bien el hecho no sorprende por el ofuscamiento, la cerrazón, la obsesión, la negación y la soberbia –pues a todo eso ya nos acostumbró la iglesia católica a través de su propia acción a lo largo de los siglos–, sí llama la atención la impudicia con la que los jerarcas católicos se muestran incoherentes. Porque mientras se sancionó con inusitada celeridad a un sacerdote homosexual, la reacción del episcopado argentino ante la sentencia civil al cura Von Wernich es de una tibieza asqueante: pese a que la justicia de nuestro país demostró lo que casi toda la sociedad ya daba por cierto (que ese sujeto estuvo involucrado en secuestros, torturas y asesinatos), parece que los obispos argentinos no estaban enterados de nada, a punto tal de que la sentencia les tomó por sorpresa. Y tan sorprendidos habrán quedado que no han sido capaces de tomar alguna medida para sancionar al más reconocido (aunque seguramente no el único) cómplice con sotana de la última dictadura militar.

Desde ese espacio de inveterada contumacia, papa, obispos, curas y laicos católicos levantan banderas que insultan la inteligencia y atropellan los más básicos derechos tanto de los individuos como de las naciones, ya que una y otra vez se erigen como objetores de estilos de vida y acciones que son aceptadas por las sociedades en las que desarrollan sus vidas pero abominadas desde la moral católica. Y con tal obsesión se empeñan en denostar toda forma de sexualidad que no sea reproductiva que admiten aliarse en su lucha machista, misógina y homofóbica con sectores que aborrecen la fe católica o que jamás atendieron a ninguno de los llamamientos de la iglesia de índole socioeconómico y político. No les preocupa sentarse a una mesa con un empresario explotador y acumulador de riquezas que provoca el hambre de miles de niños, ni tampoco con un político generador de guerras; pero no se privan de lanzar sus diatribas contra el pensamiento de una mujer que pide el aborto para su hija violada de once años.
Todavía no es extraño escuchar que algún padre diga: “Prefiero un hijo chorro a un hijo puto”. Pues bien, la madre y maestra, la santa congregación de los hijos de dios, la iglesia católica está diciendo muy a las claras y sin lugar a ninguna duda que prefiere tener un ministro asesino antes que uno homosexual.
¿Esta es la iglesia que pretende presentarse ante el mundo como “experta en humanidad”?

2 Comments:

At viernes, octubre 19, 2007 11:49:00 p. m., Blogger Bruno Bimbi said...

Hace poco Well me dijo que quería escribir una nota para Imperio, y me pidió si yo se la podía traducir. Es sobre algo que escuchó de mucha gente en Brasil: "É melhor filho bandido do que filho viado"... Parece que la frase es universal, como la estupidez.
Hoy compré la Veintitrés y tiene una nota MUY interesante sobre el mismo tema que planteás acá, en la misma línea.

 
At sábado, octubre 20, 2007 9:55:00 a. m., Blogger Grendel said...

Una religión que adora a un hombre sacrificado, ensangrentado y clavado en un madero, que se llena la boca hablando de la "ley natural" pero que niega el más natural de los instintos -el sexo-, y que dice amar la vida pero que exhorta a sufrir aquí en pos de una supuesta "otra vida" más allá de no sé dónde, no es una religión, es una locura.

Si tan sólo Nerón, Juliano el Apostata o Domiciano hubieran sido más enérgicos en sus persecusiones...

 

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