jueves, diciembre 07, 2006

manejar un auto, una habilidad natural

Hace largo tiempo que vengo pensando en un tema, y algunos meses en que ando planeando escribirlo aquí. Esta madrugada, dos noticias publicadas en dos diarios me dieron los datos apropiados para hacerlo con un fundamento más sólido.
El diario Página/12 de hoy, jueves 7 de diciembre de 2006, incluye una nota alborozadamente titulada Sobre ruedas hacia un record (sin tilde), la que pueden leer haciendo click aquí o atenerse a lo que comentaré de ella.
Una catarata de cifras chorrea desde ese articulo las bondades de la Era K: la producción automotriz en la Argentina alcanzó las 48.411 unidades en noviembre de este año, lo que implica un aumento del 36,5% en relación a noviembre de 2005, y en el acumulado enero-noviembre, se expandió un 32%. En cuanto a las ventas de automóviles en el mercado interno, también hay motivos de festejo: las del pasado mes (38.122 unidades) fueron un 9,8% superiores a las del mismo mes del pasado año. Y en los once primeros meses de este año se vendieron 419.325 automóviles, lo que implica un crecimiento del 12,9% frente a igual período de 2005.
Todos estos números consolidan el país de Jauja que, con algunas excepciones, se recuesta sobre el Río de la Plata en una franja de variable anchura y que va desde San Isidro hasta Puerto Madero. Pero este no es el tema. El tema es a quién se le venden tantos autos.
Por supuesto, hay un buen número que se exporta, aprovechando lo que otrora Página/12 hubiese llamado “explotación” y hoy (sí, en la nota citada) llama “menores costos”. Pero también se nos informa que el 40% de los automóviles nuevos que ingresan al mercado interno son de fabricación nacional, mientras que le resto son importados. De todos modos, los números definitivos están unas líneas más arriba: 48.411 fabricados, 38.122 vendidos. En un mes. Y no debe ser fácil vender autos, porque son caros y continuamente generan nuevos gastos. ¿Cómo hacer para vender tantos? Porque no alcanza con el marketing y la publicidad. Hay algo más que el ofrecer poder y status y virilidad con una linda carrocería.
Tengo la certeza de que ese “algo” es el hacernos creer que conducir un automóvil es una habilidad que cualquier persona puede adquirir fácilmente: así como aprendiste a caminar y a hablar, pues bien, llega un momento en que podés aprender a manejar. Pero decir que manejar es una habilidad innata a la que sólo hay que despertar suena muy raro, y lo es, porque semejante dominio de una máquina en medio de otros miles de máquinas no parece ser una habilidad universal.
Se me dirá que para determinar quién está capacitado o no para conducir debe pasar por una serie de exámenes… en cuya seriedad nadie cree y a la que mucha gente ha facilitado poniendo un billete en la mano adecuada. También se me podrá decir que nadie conduciría alegremente sin ser hábil para ello sabiendo que de provocar un accidente iría a la cárcel… sólo en caso de no tener un abogado canchero en estas lides o de no caer en un juzgado que dictamina.
Es aquí donde entra el otro artículo, publicado por La Nación con el título Cada vez hay más chicos con registro (leela haciendo click aquí), texto acompañado por otro, Principiantes sin control (ídem click aquí).
El dato: en los primeros nueves meses de este año, en la ciudad de Buenos Aires obtuvieron la licencia para conducir 1.158 chicos de 17 años. Después, algunas precisiones sobre daños colaterales: los menores de 25 años se accidentan tres veces más que los mayores, son causantes de la mayoría de los accidentes que sufren, y mueren más por esta causa que por cualquier tipo de enfermedad. No faltan los testimonios, pocos pero representativos: todos varones, y fue papá quien los apoyó y acompañó en este trámite. (Parece que el rito de iniciación no es ya que papá les habilite la mucama, sino las llaves de la 4 x 4.)
Luego, Principiantes sin control da a conocer que “todos los conductores que obtienen su registro por primera vez tienen la obligación de conducir durante los primeros seis meses ‘llevando bien visible, tanto delante como detrás del vehículo, el distintivo que identifique su condición de principiante’”, y que “tienen prohibido conducir por vías donde se superan los 60 kilómetros por hora, y por el macrocentro y microcentro”.
Pero volvamos a la médula de este post. Hay cientos de accidentes de tránsito a diario, muchos de ellos con víctimas fatales, y la inmensa mayoría de ellos se origina en fallas humanas. Y hay cientos de miles de personas conduciendo autos en las calles sin la menor capacidad para hacerlo. ¿Quién podría tener tanto interés en que cualquier persona conduzca y, por lo tanto, desee tener un automóvil? ¿Será acaso la misma gente la que colabora de alguna manera con los jueces que castigan blandamente los crímenes cometidos por automovilistas? ¿La misma que impide que la irresponsabilidad al volante caiga en la agenda de quienes agitan la bandera de la seguridad?
Aquí está todo dado como para sospechar un gran movimiento de billetes. Pero de ser real la danza de millones en sobrecitos para sobornar a jueces, legisladores, formadores de opinión y muchos otros y diversos actores sociopolíticos, podríamos comprenderla, porque si se la controlase, no crecería esa rama de la industria; y si no creciese, no podría garantizar la generación de puestos de trabajo. Que es lo que todos queremos.

testigos
Cualquiera que ande por la calle de madrugada y con los ojos abiertos, especialmente quienes a esas horas esperamos largo rato un colectivo, sabemos bien que cualquier imbécil puede estar al volante. Los vemos desafiando a quien tienen al lado cuando los detuvo un semáforo y quedaron en primera línea, sobre la senda peatonal (sólo en caso de que respeten el semáforo); los vemos tomando de contramano calles y hasta avenidas, y no retroceder ante el tránsito que los enfrenta, sino poner luces altas y avanzar despacio (la peor de estas situaciones la vi en avenida Córdoba, entre Sánchez de Bustamante y Gallo); los vemos pasando a otros autos a alta velocidad, por la izquierda o por la derecha, zigzagueando según les convenga; los vemos con medio cuerpo afuera, gritando eufóricos; los vemos estacionando en cualquier lugar y sin advertirlo con luces o señas; los vemos con anteojos para sol en plena noche… Y después los vemos en el noticiero del día siguiente, aunque lamentablemente vemos a también a quienes mataron o hirieron.

5 Comments:

At viernes, diciembre 08, 2006 12:14:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

No es verdad que para sacar el registro haya que hacer nada más que... pagar. Bueno, lo insinuás, pero parece que te quedan esperanzas de que aunque sea les tomen una mínima pruebita. Nada de eso, al menos en Avellaneda, donde yo vivo. Vas a la Dirección de Tránsito, pagás la tarifa y listo (y no te hablo de una coima, sino de la tarifa, porque los que están ahí roban con muchas cosas y son unos delincuentes pero, en este caso, no se trata de una coima sino de algo "legal").
Tengo amigos que tienen registro de conducir desde los 16 años y NO SABEN MANEJAR. Nunca manejaron un auto y, por suerte, no piensan hacerlo hasta aprender, pero sacaron el registro "por las dudas", ya que es tan fácil...
No hay una prueba de manejo. No es que la haya y se salta con una cometa: NO HAY. No hay quien la tome ni quien la pida. Ni siquiera te preguntan si sabés manejar. Sólo hay un oculista que te pregunta si sos corto de vista y, si tiene ganas y tiempo, te hace la pruebita esa en la que tenés que leer letras de diferentes tamaños en un cartel. Si pagás un plus (ahí sí estoy hablando de cometa) zafás del oculista también. Es más, creo que si un ciego quiere sacar un registro lo consigue.
Lo más terrible, perverso, irracional, demencial, abominable, temerario, espantoso, es que este es el procedimiento oficial, legal, en blanco. No hay nadie que diga que tenés que demostrar que sabés manejar para tener un registro. Es decir, el registro es como una tasa municipal: pagás, tenés el servicio.
Yo no sé manejar, nunca lo hice ni tengo ganas de aprender. Pero alguna vez pensé en sacar el registro y, después, presentar una denuncia penal contra el intendente y el director de tránsito por habérmelo otorgado. No sé si habrá una figura legal que sirva para hacerlo, pero habría que averiguarlo.

Bruno

 
At sábado, diciembre 09, 2006 9:11:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

En la Argentina de hoy, la ley que se cumple, el respeto mutuo, la tolerancia, la justicia, son excepciones, no reglas.

Aunque no lo parezca, retrocedimos a los inicios de la civilización. El robo y el asesinato están legalizados, la única diferencia entre un crimen y un acto honesto es el dinero.

Y bueno, es lo que nos merecemos, al fin y al cabo nunca hicimos nada por intentar cambiarlo. Dejamos que la política se llene de "políticos" en lugar de gobernantes...no podemos esperar otra cosa.
Damian

 
At sábado, diciembre 09, 2006 11:40:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

no creo que tenga que ver con la habilidad para conducir sino con donde se situa imaginariamente quien conduce (o desconduce). y ese lugar va a estar en gran parte abonado por los "imaginarios" (valga la redundancia" prototipicos de nuestra sociedad.

 
At miércoles, diciembre 13, 2006 10:09:00 a. m., Blogger Unknown said...

A mi me asusta mas que la inconsciencia del tipo que está atras del volante la inconsciencia del peaton (yo en este caso). Todo el tiempo estas expuesto a que cualquier idiota que desconoces totalmente te pase por arriba, pero confias en que eso no va a pasar; cada vez que vengo al trabajo paso una hora durmiendo en el colectivo, sin saber si el chofer realizó en su vida algún exámen sicológico para desempeñar su función... ese tipo de confianza creo que es mas peligrosa.

Hacía rato que no te leía, Lucho, y este posteo me gustó bastante, te mando un abrazo.

 
At domingo, diciembre 17, 2006 6:01:00 p. m., Blogger Cassandra Cross said...

Mire, don Lucho, la verdad que leí concienzudamente su análisis y no tan concienzudamente los artículos en los que se apoya (los que leí por arribita), y debo reconocer que tiene muchísima razón. Al margen, el otro día leía por algún lado que por día se roban unos 140 autos, sólo en Buenos Aires (o sería en Cap y GBA pero como lo escuché a la pasada en tele, no estoy segura). Si lo pensamos más finito, el negocio es redondo y beneficia al circuito más "limpio" y al "menos limpio" también.

En lo que a mí respecta, aprendí a manejar entre mis 6 y mis 12 años alentada por padres muy hinchapelotas que tenían más miedo de que sacara "arando" el auto que de la velocidad que pudiera tomar cuesta abajo y en tercera. Sin embargo, no tuve mi registro hasta los 18 años porque en mi ciudad los varones podían sacarlo a los 17, pero las mujeres no (??? increíble pero real). Y pongo las manos en el fuego por muy pocos de esos especímenes que se graduaron prematuramente y con los que alguna vez me tocó viajar.

Será como me dijo siempre mi vieja, nomás... "manejá con cuidado pero no por vos... por los otros". Y esto vale por la vida ajena, pero también por la de uno. Hay cada pelotudo dando vueltas...

 

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