miércoles, septiembre 06, 2006

¡seguridad! ¡seguridad! ¡seguridad!

Sí, yo también quiero seguridad.
Quiero cruzar la calle con la certeza de que el tipo que viene manejando un auto no está hablando por teléfono móvil, ni escuchando música a tal volumen que le impediría oír la alarma de un ataque nuclear, ni con la visión limitada porque polarizó los vidrios, ni mucho menos borracho o fumado o lo que fuere que alterase sus sentidos.
Quiero subir al colectivo y saber que pagaré el boleto a cambio de un viaje seguro, no en manos de esquizofrénico que baja la velocidad media cuadra antes de las esquinas para hacer tiempo y así detenerse ante el semáforo en rojo, para luego correr enloquecidamente otro trayecto de su recorrido, exponiendo a los pasajeros a todo tipo de cimbronazos. También quiero ver el cuadro tarifario antes de pagar el boleto, y no en la mitad de los coches (en el mejor de los casos), cuando ya pagué el boleto.
Quiero que, cuando la llamada no se establece, los teléfonos públicos me devuelvan las monedas, y no que me las roben para engrosar la millonada en negro que fagocitan las empresas de telecomunicaciones.
Y quiero muchas otras cosas que hacen a mi seguridad. La mía y la de millones de argentinos. Porque es mucha más la gente que cada día pierde monedas en teléfonos públicos, expone su integridad física viajando en colectivo o que muere en accidentes de tránsito que las que mueren en hechos de violencia. Y si te parece banal lo del colectivo y lo del teléfono público, está bien: quedate solo con lo de los accidentes de tránsito, computemos cadáver por cadáver, y vas a ver que los autos matan muchísima gente más que los revólveres y las navajas.
Pero, claro, la mayoría de quienes manejan autos son gente bien, ¿verdad?

Recuerdo
Como “todo tiene que ver con todo”, y este post tiene que ver con el anterior, vale contarte que una nochecita de fines de abril de este año, tipo nueve de la noche, mientras yo caminaba por la calle Honduras, al llegar a la esquina de Humboldt, ví venir una 4 x 4. El conductor no me vio: estaba mirando el tránsito de la calle Honduras, opuesto a donde yo estaba, y no me quedó más que volver atrás y esperar su paso. El conductor no quitó los ojos del tránsito, ni siquiera cuando estuvo a mi lado, desconsiderando la senda peatonal. El conductor, además, manejaba con una sola mano, porque en la otra tenía un teléfono móvil por el que estaba hablando.
El conductor de esa 4 x 4 era Marcelo Bragagnolo.
No te lo puedo afirmar, pero sospeché que él estaba muy apurado yendo al multimedios América para hablar sobre la inseguridad.

4 Comments:

At miércoles, septiembre 06, 2006 6:01:00 p. m., Blogger matias leonel said...

bien lucho!
bien!
mil felicitaciones!...

realmente me gusto mucho este texto.
y es totalmente cierto...

dijo ghandi alguna vez: "son violentos porque estan desesperados..."

y dijo el indio: "cuando la gente es pobre, lo unico que puede hacer es meter miedo..."

quizas, en algun rincon del congreso, haya alguien que se de cuenta que todo se basa en la educacion. bien, pueden decir que los pibes con hambre no pueden estudiar. entonces, la solucion seria usar las 2 manos,.. con una brindar un libro, y con la otra pan.

no es tan dificil, pero la gente que anda en esas capsulas de viaje como los autos, son ciegos alrededor. como si los vidrios polarizados estuvieran al reves.-

un abrazo.
y gracias por el link.-

 
At jueves, septiembre 07, 2006 11:15:00 p. m., Blogger Bruno Bimbi said...

El tipo que mató a mi hermano iba en exceso de velocidad, a contramano, y giró en una esquina en la que está prohibido girar. Probablemente, además, estaba en pedo.
La policía lo protegió y encubrió. Los bomberos de la policía limpiaron la sangre para tapar las pruebas. Un agente le entregó la bicicleta que manejaba mi hermano a un chico que pasaba por ahí, para que se la lleve. Le avisaban por teléfono desde la comisaría para que se escape. Cuando le allanaron la casa, le encontraron armas de guerra.
El tipo era testaferro de quien actualmente es intendende de Avellaneda, el mafioso Cacho Álvarez de Olivera. El tipo era amigo de varios comisarios de la Bonaerense.
El tipo era INSPECTOR DE TRÁNSITO.
Le hicieron un juicio abreviado y está libre. El fiscal y el juez, también. No sé si le habrán sacado el registro de conducir, pero estimo que no. Pidió la reincorporación a la municipalidad, y probablemente ahora cuide el tránsito en alguna esquina.
En este país mueren por accidentes de tránsito más personas que en cualquier otro lugar del mundo. Muchos, muchísimos más que en secuestros, robos, o cualquiera de los delitos que aquejan a Blumberg y sus amigos de La Mano Dura S.A.
Mi hermano tenía 19 años.
En su momento escribí algo en mi blog, cuando lo dejaron libre al hijo de puta.

http://bbimbi.blogspot.com/2005/05/impunidad.html

Impresionante lo de Bragagnolo. Pero más impresionante es su amistad con el mounstruo Emilio Eduardo Massera.

 
At viernes, septiembre 08, 2006 4:55:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

No hubo una chiquita de unos veintitantos años, que mató a un chico por el centro y escondió las pruebas (su papá tapó la camioneta y la escondió "en su propia casa"). Fue penada y permutó las penas por trabajos comunitarios. Victoria... algo. Algo de "en la luna", creo. Los jueces no mejoraron las cosas. Todos de miedo.

 
At viernes, enero 19, 2007 4:44:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hola!

Como estás, encontré medio de pedo tu blog luego de tipear el nombre del funesto Marcelo Bragagnolo.

Voy por partes. La primera, y en relación a tu comentario sobre los muertos que no preocupan, es totalmente real. En Argentina mueren al año más de 6000 personas en accidentes de tránsito, lo que nos da un Cromañón cada dos semanas o 16 Axels por día. No interesa, ni a la población (principalmente), ni a los medios, ni a nuestros gobernantes.

En segundo término, no me sorprende que Bragagnolo clame por seguridad por un lado y se aproveche de que no existe por el otro: es director de Lo-Jack y su representante exclusivo en el Uruguay. La ecuación de más educación, trabajo, paz y tolerancia para todos le destruiría su principal fuente de ingresos. Y además de sus cuestionables amistades, con conocer un poco su historial de "negocios", debería estar feliz con la misma Justicia que no resuelve la poco clara muerte de su hijo, porque si no, hace rato debería estar preso.

Un abrazo

 

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