jueves, julio 13, 2006

1 axel = 1 matías = 1 alfredo = 0,01 lucas

Hace una semana, un tipo salió a la calle y se dedicó a echarse unos tiros en plena avenida Cabildo. El juego le costó la vida a Alfredo Marcenac, un muchacho de Necochea que vino a estudiar a Buenos Aires (1). Desde ese día, su nombre no ha dejado de estar presente en los diarios y noticieros, aunque el doble crimen de la parrilla de Colegiales –Ignacio Barreiro y su hijastro, Jorge Daniel Almada (2)– acaecido antenoche lo ha desplazado de los grandes titulares. Mientras, estamos en pleno juicio a los acusados del secuestro y asesinato de Axel Blumberg, donde hoy declaran su mamá y su papá, y hace dos días la Justicia dijo que no hay pruebas para procesar a los menores imputados (3) por la muerte de Matías Bragagnolo.
A todos ellos los conocemos mucho, casi como si los hubiésemos tratado personalmente. De todos ellos hemos visto fotos y videos familiares (4), así como escuchado los testimonios de sus amigos que nos han hablado de lo maravilloso que han sido en vida.
El lunes 26 de junio, los hermanos Ramón, Jorge Néstor y Carlos Romero entraron a una casa en el partido de Moreno, sacaron a Lucas Sebastián Ivarrola, de quince años, lo subieron a un Ford Falcon verde claro con vidrios polarizados, lo golpearon con una barreta de hierro, le mutilaron la nariz, las orejas y la lengua, le cortaron el pelo hasta pelarlo, y lo quemaron mientras el chico agonizaba. Se supone que Lucas era un pendejo jodido, que le había robado al padre de sus tres asesinos un televisor, pero ante todo era un negrito, un cabeza, un pobre pendejo: no tenía el futuro promisorio de Axel Blumberg, ni se destacaría como él en los deportes o en la universidad, ni tenía el carisma de Matías Bragagnolo o de Alfredo Marcenac, de quienes todos alaban sus virtudes, mientras que de Lucas no pocos dijeron que tenía mala fama.
Desde el viernes 30 de junio, no he vuelto a leer o escuchar siquiera el nombre de Lucas en los grandes medios de información. El más cruel asesinato en años tuvo como víctima a un negrito supuestamente (y hasta probablemente) punga, por lo que no ha merecido más que un par de días de cobertura.
Con esos parámetros, después hablamos de construir una sociedad justa.

(1) Las mamás de otros chicos de Necochea que están estudiando en Buenos Aires han dicho que ahora no se sienten tranquilas. ¿Acaso jamás habían visto un noticiero de un canal porteño? ¿Necesitaron que muera un coterráneo para saber que hay crímenes en la ciudad de Buenos Aires? Quizás también necesiten cagarse de hambre y vivir en la calle un par de meses para entender el problema de la exclusión social.
(2) El Ministerio de Interior pagará el velorio y el entierro de Barreiro y Almada. Su familia había hecho pública su dificultad para afrontar ese gasto. Si yo me muero esta tarde, tampoco tengo dinero para que mis deudos afronten ese gasto, pero como a mí me robó toda una generación de funcionarios públicos y representantes del pueblo y jueces y gobernantes, ¿podría esperar que el Gobierno me pagase el servicio fúnebre?
(3) Ahora que todos los menores fueron desprocesados, ¿no parece mayor la sospecha de que la patota que persiguió a Matías estaba formada también por nenes bien, cuyos papás tienen tantos o más amigos poderosos que los que puede tener Marcelo Bragagnolo?
(4) Las fotos y los videos y las anécdotas que reflejan a los muertos y se exhiben impúdicamente ante los medios, ¿responden a la estupidez de sus parientes y amigos, a una extraña necesidad de fama, a una actitud morbosa…? Si alguien tiene una explicación, por favor, que la diga.

1 Comments:

At jueves, julio 20, 2006 1:06:00 a. m., Anonymous Anónimo said...

Me quedé tildado por un rato y no pude dejar de escribirte pese a que tampoco sé qué decirte.
Creo que me tildé porque me sentí reflejado como parte de toda esa estupidez que ve, consume y olvida con facilidad.

Brillante todo lo que escribís.

Un abrazo.

 

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