lunes, septiembre 18, 2006

hay vida más allá de la piel

Sugerir (como lo hice en el post un crimen casi perfecto) que de alguna manera todos somos responsables de la injusticia que hay en el mundo es algo que molesta bastante. Y es entendible la molestia: uno anda por la vida tranquilo, educado e instalado en una sociedad que asumió que una parte de su cuerpo no funciona correctamente y que probablemente siempre esté así (como quien asume un quiste que no compromete su salud), hasta que un día te cruzás con alguien que te dice no sos ajeno a ese problema.
En su cometario, Ronnie asume que no puede hacer nada con el sistema que entiende injusto, pero no lo vamos a responsabilizar porque es inimputable: necesita que otro le provea definiciones, porque por sí mismo parece estar imposibilitado de comprender qué está bien y qué está mal. Y para actuar de determinada manera, dice que necesita que otro lo haga antes, por lo cual sus convicciones parecen bastante endebles. Con este panorama, le pido a Ronnie que se dedique a la lectura de otros blogs, y vuelva a por aquí cuando su entendimiento y su ética hayan alcanzado la mayoría de edad.
Me sorprendió mucho el comentario de Harry, porque además de tener por él un claro “respeto blogger”, desconocía su tono enojado. Muy enojado. Y muy enojado por cosas que tomó como si le hubiesen sido reprochadas por lo que él mismo hace, cuando no fue así; a lo sumo, su estilo de vida podría coincidir con algo de lo que critiqué, como ir a cenar a un restaurante, salir a bolichear o ir al cine. Pero yo no censuré esas salidas, sino que usé una cena en un caro restaurante como ejemplo de la necesidad de tener cierto límite, cierta proporción.
Cuando se habla de estas cosas, suele despertarse en algunos interlocutores el “pánico comunista”. Primero habría que aclararles –para disipar confusiones– que su “pánico comunista” es en realidad “pánico soviético” o “pánico stalinista”, porque siempre ponen por ejemplo esas falsas experiencias como modelo del comunismo (dame un automóvil, dejá que dos o tres jerarcas le roben un par de ruedas y el motor y obliguen a otros cinco a empujar, y vas a ver que el automóvil tampoco funciona). A la vez aclararé que no propugno la idea de un mundo en el cual todos tengamos exactamente lo mismo, pero sí que todos tengamos, al menos, lo indispensable para vivir dignamente (y aquí no puedo evitar volver a recordar a Ronnie y su pregunta acerca de “digno para quién”, como si la dignidad tuviese grados o escalas, algo así como una dignidad europea, primermundista, capitalista, dirigente, gerencial, y otra dignidad subsahariana, tercermundista, excluida, esclava, desempleada). Y vuelvo a las manzanas: cuantas más tome alguien, menos recibirán otros, y algunos incluso no recibirán ninguna, aunque yo creo que todos deberíamos preocuparnos de que nadie quede sin al menos su parte de manzana necesaria.
Y para ahuyentar temores y pánicos, declaro que a mí también me agradaría vivir muellemente en un American Way of Life de película, pero no me alcanza porque veo y palpo y padezco sus limitaciones. Ese estilo de vida atiborrado de complacencias consumistas puede ser satisfactorio para personas cuyas vidas terminan en su piel, pero a mí no me llena, lamentablemente, porque mi vida no termina en mi piel. Y creer que quien considera malo o agotado al American Way of Life es alguien que quiere estar del otro lado del Muro –que ya ha caído– o un nostalgioso de chacras comunitarias es una chicana que seguramente se le escapó a Harry en su enojado fervor, porque carece de la seriedad con que puede argumentar.
El problema es que todos estamos dispuestos a levantar la bandera de “Mi derecho a gastar cuanto se me antoje”, pero poca gente muestra voluntad de declarar hasta dónde seguirá izando esa bandera. Porque un límite hay que ponerse, y si no lo determinás en algún momento al inicio de la marcha, siempre vas a encontrar la excusa para seguir un poquito más adelante. ¿Gastar $ 500.- en una cena les parece bien? Háganlo. ¿Y gastar U$S 500.- en unos lentes de sol? Pues el dinero sigue siendo supuestamente bien ganado, así que también. Compren la casa, que la necesitan, y el automóvil y las vacaciones y el plasma de cien pulgadas, que luego vendrán uno o dos autos más, la casa de campo y hasta la botella de vino noruego a € 700.- cada una para la cena de todas las noches. ¡Qué bien! Han crecido profesionalmente y su sueldo se multiplicó. Celébrenlo comprando un yate y una avioneta, y un cuadro bien cotizado en Sotheby’s, porque siempre amaron el arte, lo recordamos bien. Asegúrense un espacio adecuado para cuando dejen este mundo: compren una bella parcela en un cementerio privado. Y hablando de ir al cielo, no olviden que pueden ir al espacio en algún vuelo más allá de la estratosfera…
Libertad, sí, y que es muy buena. Libertad para todos y todas, y todas las libertades. Pero ¿la libertad tampoco tiene límites? Ah, sí: hemos acordado hace años que podemos hacer lo que nos venga en gana, siempre y cuando no jodamos a un tercero. ¿Y cuándo la libertad de bolsillo comienza a joder la vida de terceros? ¿Cuando quiero dar una vuelta por la estratosfera? ¿Quizás un poco antes, como al comprar el yate? Ah, no sé exactamente cuándo, pero hay que poner ese límite para no joder del todo a los demás. Porque si no te ponés límites, alguien pasará hambre y morirá. Y si ganás U$S 5.000.- mensuales por tener a cargo a treinta personas, y éstas tienen sueldos equivalentes a los U$S 250.-, estarás haciendo un gran esfuerzo por mentirte para seguir pensando que es tu dinero y que nada tenés que ver con la injusticia en el mundo.
Libertad, sí, pero no de bolsillo. Porque la libertad de bolsillo es tan pero tan pobre que, más que libertad, es esclavitud. Y una esclavitud tan fuerte que en toda la historia de la humanidad apenas unos pocos han logrado liberarse de ella.
Yo me quedo con el ideal de la Revolución Francesa: libertad, igualdad, fraternidad. (Ey, tontos: no vayan a decirme que estoy a favor de la guillotina; dije que estoy a favor del ideal…)

3 Comments:

At lunes, septiembre 18, 2006 4:05:00 p. m., Blogger Grendel said...

Lucho,
Me gustó nuevamente este post, pero no creo que tengas que perder el tiempo tratando de aclararle a la masa lo que estuvo más que claro desde el principio, para quienes saben leer y entender la vida y nuestra sociedad más allá de los rígidos esquematismos con que el "american way of life" les lavó el cerebro.

Estuve -como te imaginarás- tentado de responderle a Harry, pero viendo que su respuesta a mi post anterior venía cargada de odio y resentimiento -tal vez se sintió tocado, vaya uno a saber en qué- opté por seguir con mi misiva: "sigue tu camino, y deja que la gente hable".

Los que se enojan, los que responden con encono, son generalmente aquéllos cuyas concepciones están en franco retroceso, como los comunistas, liberales, ultracatólicos o fundamentalistas de todas las religiones. Ya lo decía Freud: la ira proviene de odio, y el odio tiene, en todos sus matices y variantes, un único origen: el miedo.

La respuesta de Harry me hizo acordar a George Bush (h.), cuando dijo que "...los EEUU somos atacados porque envidian nuestra libertad y forma de vida". Lo que olvidó Bush es preguntarse por qué Ben Laden no atacó Suiza, o Bélgica, o Finlandia o Australia...no?.

 
At lunes, septiembre 18, 2006 8:01:00 p. m., Anonymous Anónimo said...

Todavia no lei lo anterior (...) pero me impresiono lo bien llevado y bien escrito de tu articulo. congratulations

 
At martes, septiembre 19, 2006 2:49:00 a. m., Blogger Lucho Bordegaray said...

Domselaar, aunque yo no escribo para “las masas” (ni ellas frecuentan este blog), no me parece una pérdida de tiempo aclararle a quien sea lo que he dicho, mientras ese alguien me permita presumir su buena intención. Y eso es lo que pienso de Harry.
Harry, yo nunca dije que tener mucho dinero implica haber hecho fraudes, explotado a la gente o evadido impuestos. Insisto en que, manteniendo esta sociedad una diferencia entre lo legal y lo bueno, no hace falta actuar en contra de la ley para actuar en contra de lo bueno. Y si tenés “legalmente” un montón de guita, para mí sí sos sospechoso de no querer ver que habiendo en el mundo una cantidad limitada de manzanas, algunas de las que tenés de más les están faltando a otros. Y eso no es economía: eso es solidaridad, eso es fraternidad. Y a quien no es fraterno ni solidario teniendo todo para serlo… ¿cómo lo llamaremos sino hijo de puta, miserable o algo similar? Y algo más: si mi pensamiento fuese simplista, no creería que los pobres son chorros, sino los robados…
Y usted, Taylor, me honra su visita y su opinión. Muchas gracias, en serio.

 

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