idiotez uniformada
El sábado 28 de abril por la tarde escuché una y otra vez el ruido de aviones con una frecuencia casi rítmica. Desde la terraza de mi casa pude verlos mientras realizaban con su vuelo un arco por sobre lo que estimé serían los barrios de Mataderos y Parque Avellaneda. De inmediato llamé por teléfono a la Fuerza Aérea, donde me derivaron al Comando Regional. Allí me atendió un tal Marcelo (muy amable y sin apellido, como casi toda la gente que atiende los llamados en organismos y empresas) quien me dijo que yo estaba viendo los aviones que participaban del desfile aéreo de las Jornadas de Puertas Abiertas que en el Instituto Nacional de Aviación Civil (ubicado en Morón) se desarrollaba en conmemoración del vigésimo quinto aniversario del bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina. Marcelo no supo decirme quién autorizó el vuelo de esas naves por sobre la ciudad de Buenos Aires (y necesariamente por sobre los partidos de Morón, Tres de Febrero y La Matanza). Le expresé que me parecía absurdo ese desfile por generar un riesgo –por mínimo que fuese–, pero intentó tranquilizarme hablando de la seguridad de esas máquinas voladoras y de la pericia de sus pilotos que sabrían cabalmente qué hacer en caso de un desperfecto, asegurándome que jamás estaría en riesgo la población que sobrevuelan.
El domingo 29, lo mismo.
El martes 1º de mayo, el tronar fue estridente. Aviones de todo tipo, entre ellos unos pesados cuatrimotores, pasaron justo por sobre mi casa, en Floresta, de dos en dos, durante no menos de una hora. Cinco horas antes, otras aeronaves –que cuentan con la seguridad que les otorga el serio trabajo de la Fuerza Aérea Argentina, piloteadas por otros hombres de no menos renombrada pericia– estaban desfilando en Tandil. A una de ellas se le desprendió el tanque de combustible, y su piloto, Marcos Peretti, la desvió para estrellarse en campo abierto, acto que sus camaradas no han dejado de calificar como heroico.
Ahora bien, si la nave que perdía el tanque de combustible hubiese sido una de las que sobrevolaban la ciudad, ¿qué estarían boqueando en este momento los atildados señores de la Fuerza Aérea? Porque la maniobra que todos alaban de Peretti lo desvió a unos seiscientos metros de distancia de la pista, tramo que en el espacio aéreo de una ciudad no podría evitar una tragedia.
Tiremos bengalas, que no pasa nada. Hagamos una picada por Libertador, que no pasa nada. Vayamos a pasear por los desagües, que no pasa nada. Sobrevolemos la ciudad, que no pasa nada.
Sin dudas, la idiotez está uniformada.
2 Comments:
Bueno ...
Masomenos lo q me sucedio a mi con el famoso novecientosonce
--->lease mi ultimo post...
y nada si tenes toda la razon del mundo cuando crees que estas siendo parte de un juego de ruleta rusa.
definitivamente
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