viernes, junio 30, 2006

¡rematen ya!

Los que tengan excedentes de banderas, bonetes, cornetas, camisetas, afiches, gorros, serpentinas o cualquier elemento con los colores de la bandera argentina, sáquenselos de encima ya mismo porque están devaluándose minuto a minuto.
Así es el mercado. ¿O no lo habían entendido?

condenados al éxito

Falta menos de una hora para el partido que enfrentará a las selecciones de fútbol de Argentina y Alemania. Ya las calles están vacías. En el silencio se presiente la euforia contenida.
Los medios, tanto en sus contenidos (si es que a esa payasada que transmiten en directo desde Alemania o que glosan desde los estudios en nuestro país se les puede llamar contenidos) como en sus publicidades, desean, avalan, añoran, suplican, exigen el éxito.
¿Alguien se preparó para una derrota? ¿Alguien imaginó qué hacer, con qué llenar el tiempo en el aire, cómo contener a la gente a la que desde hace meses se la fogoneó con que somos los mejores del mundo y merecemos ganar?
Si yo me hubiese dejado llevar por las publicidades de Quilmes (para poner el ejemplo más patético), creo que si el equipo argentino perdiera me sentiría habilitado para ir a incendiarle sus oficinas.

Pero, claro, hacer esa relación implica un uso del criterio que difícilmente hagan los muchachos que desde hace un mes viven con el bonete albiceleste en la cabeza y la corneta en la boca.
Parece que a muchos les gusta pensar que es realidad el dicho del ex presidente Duhalde: “los argentinos estamos condenados al éxito”.

jueves, junio 29, 2006

el mejor ejemplo

Aunque aparece como el cuarto comentario al post hay que festejar, punto (sábado 24 de junio), quiero destacarlo porque es un excelente ejemplo: “Anonymous said... sos un reverendo hijo de puta , hortiva del culo puto resentido...anda a jugar con las muñecas pedazo de pelotudooooo”. Sí, un excelente ejemplo de cobardía (por el anonimato), de intolerancia (por los insultos), de homofobia (por suponer que “puto” es un insulto), de prejuicio (por calificarme de resentido), de ridícula afirmación machista (por mandarme a jugar con muñecas)... y de ignorancia, porque este sujeto ni siquiera sabe qué quiere decir ortiba, y por eso lo escribe como hortiva, inventándole un preciosismo ortográfico a lo que sólo es el “vesre” de la palabra batidor.
Y a vos, chabón, te digo que para diquearla de lunfardista, hacete de ajoba. Por el resto de lo que decís, tu fárrago de puteadas hablan más de vos que de mí. Y que disfrutes del resto del Mundial, porque es muy probable que luego te esperen cuarenta y siete meses de vida de mierda, pues no tendrás tu principal motivación, ni alegrías, ni pasiones...

martes, junio 27, 2006

bandera limpia, negocios sucios

Debe ser un espectáculo único ver todo un país festejando su consagración como los mejores del mundo, en el propio suelo y junto a los derrotados de otras naciones; el pueblo, así enfervorizado, se sentiría orgulloso e invencible, y avanzaría de cara a los desafíos que se le antepongan… (¡Ey! Miren que estoy hablando del Mundial de Fútbol Alemania 2006, y no de las Olimpíadas de Berlín de 1936.)
Ante la posibilidad de que alguna mano negra quiera sacar ventaja de ese fervor, previsores, nuestros connacionales patriotas del balón (los que reservan su argentinidad al fútbol) están elucubrando desde el pasado sábado que hay motivos ultradeportivos para que la selección argentina sea eliminada por su par alemana en el partido que jugarán el viernes 30. Alegan que nadie podría dejar al equipo local fuera del campeonato, porque eso atentaría contra el negocio del fútbol, que necesita mucho más que un estadio lleno.
Este rapto de desconfianza (o de sinceridad) es absolutamente tuerto. Porque si van a pensar que en el fútbol profesional todo es guita, arreglo, amiguismo, componenda, no pueden ser tan tontos de creer que el tongo se revela en los cuartos de final… Incluso más: sospecharon que hubo trampa en el sorteo de los grupos (donde –por supuesto– “nos tiraron al muere”) y volvería a haber una maniobra sucia en caso de que la selección argentina quedare eliminada. Mágicamente, mientras la albiceleste se lució en el campo de juego, todo fue inmaculado, honesto, y los partidos fueron limpiamente ganados.
Vamos, muchachos: si hay tongo, lo hay desde siempre y por siempre. Si hay maniobras sucias que indican quién debe llegar a la final, ¿cómo no pensar que la selección argentina llegó a donde está porque las mismas maniobras sucias así lo permitieron?
Creer que la conspiración existe sólo cuando uno mismo se siente víctima es una actitud a la que ustedes calificarían de mariconada. Pero, claro, la mariconada sólo existe fuera de la elite del tablón.
Seguramente, en este caso es re macho llorar por anticipado, abrir el paraguas antes de tiempo, esgrimir de antemano la excusa de la derrota (nunca asumida con hombría). Así como debe haber sido re macho quejarse porque en el sorteo nos había tocado “el grupo de la muerte” (ese que, al final, estuvo a un paso de ser “el grupo de los muertos”).

sábado, junio 24, 2006

“hay que festejar, punto”

Nunca en la vida vio un partido ni le interesó jamás ir a la cancha. Pero termina el partido Argentina vs. México y entra al MSN. Su euforia: “vamo vamo!!!”. Su juicio: “vos sos de los que se quedan amargados y se encierran?”. Su dictamen: “hay que festejar, punto”. (Su mensaje personal en el MSN: “Pobre aquel cuyo placer depende del permiso de otro”. ¡Pobre…! )
Mientras tanto, los nenes de enfrente no dejan de gritar como desaforados la palabra “¡Argentina!”, con tanta velocidad y frenesí que deja de entenderse lo que dicen.
En una de las dos esquinas de Gaona y Fray Cayetano, una larga bandera envuelve el frente de la planta alta de una casa. En letras negras, “La vida por mi país”. (Mirá que tuvo ocasiones más dignas y justas para morir ese imbécil… y sólo ofrece su existir por apenas un partido de fútbol.)
Si pretendés plantear algo al respecto, te convertís en un intelectualoide, antipopular, resentido, falso progre, prejuicioso, negador de la pasión ajena (aunque nadie argumenta por qué). Entonces más vale callarse y ni sacar el tema de la manipulación del fervor, porque mientras estén enfervorizados no razonan. Uno podría pensar que alcanza con esperar a que se les pase, pero el problema es que la gran mayoría de quienes en este momento se sienten tan felices por su patria son los mismos que, terminada la actuación de la selección de José Pekerman en el Mundial de Fútbol, volverán a referirse a la Argentina como “este país de mierda”.

martes, junio 06, 2006

regreso sin pena ni gloria
(¡pero con un montón de prejuicios!)

El 14 de abril de este año, Adrián Sack nos informaba con detalle desde el suplemento de espectáculos de La Nación que la actriz Malena Solda estaba cursando el postgrado en teatro clásico organizado por la Academia de Música y Arte Dramático de Londres. Ella decía: “Soy muy feliz acá: estoy encantada con esta posibilidad que tengo de vivir la riqueza del teatro local, la diversidad cultural de esta ciudad e incluso la comida”. Buen provecho, Male.
Sack comentaba que Solda, a los diecisiete años, visitó Londres por primera vez, y recogía las palabras de la actriz: “Desde esa vez quedé impresionada con la tradición y la diversidad de géneros teatrales que existen en este país, y a partir de ese momento comencé a viajar tantas veces como pude”.
Quizás tan preocupada estuvo por volver a Londres que no se dio cuenta que mucho más cerca de su casa, tan cerca como puede estar de Pol-ka o de Palermo Hollywood, podría encontrarse con una actividad teatral que hoy llama la atención incluso de los londinenses, neoyorquinos y parisinos. ¿Sabrá esta chica que Buenos Aires cuenta con más de ciento cincuenta espacios teatrales, muchos de ellos con más de una sala, en las que por semana se presentan cerca de seiscientas funciones? Es improbable que no lo sepa. Pero, claro, el teatro de Londres… ¡ah…!
Malena Solda le dijo a Sack: “Yo me veo haciendo televisión nuevamente en la Argentina, pero la verdad es que me gustaría incursionar en la comedia”. Está bien: formada en Londres, encaminará sus grandes aspiraciones interpretativas en alguna sitcom nacional. Y con la plata que gane por hacer esa pelotudez (¿comprada a Sony o inventada acá?), podrá ir nuevamente a Londres a ver teatro.
Además de ser joven y exitosa, Malena Solda también ha logrado –en pocos meses– sintetizar varias experiencias muy propias de la idiosincrasia nacional, como lo son la fetichización de lo extranjero y la ignorancia de la cultura nacional, o el perfeccionamiento profesional como mera satisfacción personal (porque lo rentable –tanto en billete como en fama– no es hacer un buen trabajo, sino aquello que a la gente se le puede presentar como deseable).
¡Ah! Ya llegó a la Argentina. Y, aunque con otras palabras, dijo lo mismo.