lunes, octubre 30, 2006

entre sucios y mugrientos

Nunca sostuve que los amigos de mis amigos son mis amigos, ni que los amigos de mis enemigos sean mis enemigos. Pero a veces me quedo con la duda porque, en algunos casos, aquello parece ser real.
Anoche me pasó algo de eso cuando encendí la tele y lo vi a Mariano Grondona tan feliz por el triunfo de la oposición en las elecciones para la Convención Constituyente de Misiones. No pude evitarlo: si la lista del obispo Piña es del agrado de los hijoeputapensantes (excusen en chapucero neologismo, pero es muy preciso), no puedo sino desconfiar. De suyo me caía mal que un obispo se metiera a candidato, porque por más bueno y honesto que fuera el prelado en cuestión, esa gente está para otras cosas, y no es de cura progre meterse en política, sino todo lo contrario, porque eso es muy preconciliar; además, el triunfo de Piña abrió esta misma noche las puertas (y las ambiciones) a otros obispos y curas y monjas y rabinos (Yahvé nos libre del desembarco de Sergio Bergman en la política nacional) e imanes y pastores (no olvidemos a los payasos lusoparlantes que ocupan la televisión por las noches con todo su cotillón milagrero, cuyos parientes ocupan sesenta y un bancas en el Congreso de Brasil). Y a lo dicho tuve que sumarle el apoyo de Blumberg y Bragagnolo, todos preocupados por la democracia. Agregale entonces la cara de orgasmo espiritual de Grondona, y ya entendés por qué se me pararon de punta los pelos que no tengo.
Sin embargo, esto no es todo. Más que por el triunfo electoral, al obispo Piña habría que felicitarlo porque, pese a no usar sotana, supo mantener oculto tras su ropaje a personajes nefastos que apoyaban su lista, tan nefastos que ni siquiera pudieron poner la cara. Y es un hombre grande, así que no nos venga a contar que fue engañado si alguien le pregunta qué opinión le merece que Ramón Puerta y sus secuaces hayan reaparecido a buscar su parte del botín, lo que ha sido notorio mediante un volante que circuló anoche mismo en Posadas y que decía “¡Ya ganamos! Vamos por más. Puerta 2007. Macri Presidente”.
De todos modos, los encabezados por Piña (miembros del ostentosamente denominado Frente Unidos por la Dignidad) no deberían celebrar demasiado: si tanto han dicho que el oficialismo compra votos y voluntades, quizás compre también cuatro de sus convencionales y Rovira termine teniendo su constitución provincial talle small y sea nombrado Emperador de las Misiones o algo por el estilo.
Más allá de todo, lo que ayer sucedió es mucho más simple de explicar: el pueblo misionero, el que no saca banderas para sacar ventajas, fue víctima de una lucha entre malos y peores, entre sucios y mugrientos.


(Y si el par de pelotudos fascistoides que suele leer este blog deduce que estoy a favor de Rovira, no tendré más que agradecerles por darme la razón: son muy, pero muy pelotudos.)

viernes, octubre 27, 2006

maldades y bondades de las riquezas personales

Todo empezó cuando Alan Landry recibió un mail que contenía una documentación y una proposición de venta de algo más de nueve toneladas de oro de altísima pureza depositadas en el Hong Kong Shangai Bank (HSBC). Dicen que el trabajo de Landry es analizar la autenticidad de los documentos y certificados para una transacción, lo que le permitió conocer la identidad del dueño de los documentos y de esa montaña de oro: Augusto Pinochet Ugarte (dictador chileno con retiro efectivo, por si alguien no lo conoce). Esa información fue presentada ante el consulado de Chile en Los Ángeles, pagos de Landry. El resto está sucediendo ahora, y ya podemos seguirlo en la tele, la radio o los diarios.
Hoy escuché no pocos comentarios referidos a para qué podría querer Pinochet tanta riqueza. Esa pregunta es vergonzosa en boca de quienes en otras ocasiones comentan con absoluta serenidad las decenas de millones de dólares que ganan las estrellas de Hollywood, cuando no se enorgullecen y festejan el pase multimillonario de un jugador de fútbol (y valga otro tanto para otras artes y otros deportes y otras actividades igualmente hiperinflacionadas). Porque todavía no sabemos cuán mal habida es la metálica fortuna pinochetista como para que no le permitamos ser un viejito magnate. Que seguramente fue mal habida, pero eso no debería impedirnos observar que hay una brecha demasiado grande entre la mirada severa que le damos a Pinochet y sus dineros y la benévola mirada que, por ejemplo, le damos a Bono –tan bono él que se preocupa por la deuda externa y el hambre– que acumula (según se estima) una fortuna de £ 600.000.000 (seiscientos millones de libras), lo que equivale a U$S 1.130.000.000 (sí, mil ciento treinta millones de dólares). ¿Por qué damos por sentado que Pinochet robó ese dinero a sabiendas, mientras pensamos que Bono desconoce que los sellos grabadores –con los que firma contratos con muchos ceros– compran los cds hechos por fábricas que pagan sueldos de hambre en el sudeste asiático? La única respuesta sólida que se me presenta es “porque somos progres”: no toleramos la sangre que hizo derramar el tirano chileno, pero comprendemos las reglas del mercado que llevan a que algunos mueran de hambre porque el negocio de la música favorece a Bono y se concentra en él, quien tiene todo el derecho de ganar, acumular y despilfarrar como se le antoje (tema que ya hablamos en el post hay vida más allá de la piel).
No dudo que Pinochet ha hecho un gran aporte a que este mundo sea notablemente peor. Pero tampoco dudo que Bono hace lo mismo detrás de su vomitiva corrección política y su marketinera fachada de misericordia.

dos leves venganzas
Si se comprueba que ese oro es de Pinochet, mi deseo será su incautación inmediata. Mientras tanto, riámonos de ese viejo hijo de puta que hizo un pésimo negocio: compró oro en el momento en que estaba con los precios más altos que jamás haya alcanzado ese metal.
Si se comprueba que ese oro es de Pinochet, sus seguidores, que siempre se ufanaron de la transparencia económica del dictador, deberán llamarse a vergonzante silencio, el mismo que ostentan cuando se acusa a su líder por los crímenes cometidos mientras usurpó el poder de su país.

martes, octubre 17, 2006

género teatral

Entré –como a menudo– a consultar unos datos en Alternativa Teatral. Busqué una obra, leí su ficha técnica, y quise ver los antecedentes del equipo, a lo que se accede yendo a la ficha personal de cada integrante. Y ahí la sorpresa: todas las actividades aparecen en femenino, aunque se trate de hombres. Ejemplo: en la ficha de Oscar Martínez, él aparece como actriz de El protagonista, y autora y directora de Días contados y Ella en mi cabeza.
¿Error del sistema o un desembarco del feminismo en la web? Como sea, bienvenido: al menos así algunos señores sentirán lo que ellas soportan cada vez que deben encasillarse en adjetivos masculinos.

martes, octubre 10, 2006

blanca y radiante va Carrió

Lilita dixit: “¿Por qué yo vine muy feliz de Sudáfrica? Porque dije: ‘Si esa magnanimidad la tuvieron los negros…’”. Y no hay contexto que salve a esa frase. Si querés verificarlo, la versión completa de la entrevista que ayer, lunes 9, le hizo Joaquín Morales Solá a Elisa Carrió en Desde el llano (TN) se encuentra en la edición de hoy, martes 10 de octubre, de Clarín.com: conexiones, + más videos, Entrevista 1.
¿Profeta o feta de PRO?

“nadie controla nada”

Una yegua que venía tirando del carrito de unos cartoneros se plantó en una esquina de Almagro y parió. La yegua estaba indiscutiblemente flaca y haciendo una tarea demasiado exigida para su estado. Los vecinos salieron a asistir a la madre con comida y agua, e intervino la policía, deteniendo a los cartoneros por maltrato al animal. Los vecinos presentes se indignaron porque si se llegó a tal situación es debido a que “nadie controla nada”.
Todo más que bien con la protección a la yegua (no necesito acreditar mi interés por el cuidado de los animales), pero me parece que hay situaciones mucho más crueles, abusivas y hasta criminales que tienen como víctima a seres humanos y que merecen el esfuerzo de indignarse porque “nadie controla nada”, ¿no?
Quizás, para entendimiento del medio pelo argentino, alguien debiera hacer una tabla de equivalencias donde cualquier imbécil pueda ver, por ejemplo, la proporción de igualdad entre la injusticia que significa que una yegua a punto de parir esté tirando de un carro y que una empleada doméstica en un exclusivo country club reciba como pago un peso por cada hora de su trabajo (el dato es real).

miércoles, octubre 04, 2006

divinas mentiras

El presbítero Guillermo Marcó es miembro de la Comisión de Medios de Comunicación Social y Prensa, director de la Oficina de Prensa, director del Servicio de Pastoral Universitaria y párroco de la parroquia San Lucas, todo ello dentro de la órbita del Arzobispado de Buenos Aires. Con tantos cargos de tan alto vuelo uno puede sospechar que su voz no es la de un curita rebelde, ni la de un clérigo improvisado, ni mucho menos la de un sacerdote católico de poco vuelo. Sin embargo, no voy a decir que la suya es la voz oficial de la Iglesia católica en Buenos Aires por dos motivos: porque me consta que hay curas que no opinan como él (el por qué estos “disidentes” siguen perteneciendo a esa institución es algo de lo que le darán cuenta al dios en que creen), y porque como buen vocero Marcó tendría (en el hipotético caso de que leyese este blog) la posibilidad de rebatirme mediante un sinfín de argumentaciones increíblemente adaptables según la ocasión (como la obediencia a la institución, o bien la desobediencia surgida de la persona; la gracia divina que cuida y asiste los pasos de sus ministros, o bien las tentaciones y limitaciones que padecen los mismos; la certeza absoluta acerca de la veracidad del mensaje transmitido, o bien el reconocimiento del error cometido –por lo general, varios siglos más tarde–; la orgullosa ostentación de ser depositarios de una tradición bimilenaria, o bien la lavada de manos frente al mediocre cuando no miserable accionar de los antecesores inmediatos durante los años más sangrientos de nuestra historia reciente; y muchos otros etcéteras). Convengamos, entonces, que Marcó no es la voz oficial, pero por su cargo es indudablemente la voz de la oficialidad de la Iglesia católica en Buenos Aires.
El pasado fin de semana, al iniciarse la peregrinación juvenil a Luján, Guillermo Marcó apareció en un informe televisivo diciendo, entre otras cosas, que Manuel Belgrano había creado la bandera nacional tomando los colores del manto de la Virgen. Eh… Veamos…
Si un creyente afirma que no hubo evolución de las especies, sino que cada una fue creada por un acto directo de la divinidad, no hay problema: existe un viejo libro llamado Biblia al que muchos consideran sagrado y así lo dice. Tampoco podríamos objetarle que quiera creer que toda la humanidad es progenie de Adán y Eva, ni discutirle la autenticidad histórica del diluvio universal, las plagas de Egipto, las trompetas de Jericó o cualquier otro pasaje bíblico por más alucinado que pueda parecernos. Pero de ahí a arrogarse la autoridad para reescribir la historia política de un país en pos de mejorar el posicionamiento de una organización religiosa en el entramado social de esa misma nación hay un largo trecho que, a mi entender, se desliza poco sutilmente por el campo de la mentira. Sí: Marcó miente, porque la historia nos enseña que los colores de la bandera argentina los tomó Belgrano de los colores de la familia Borbón, y así resulta inadmisible la cantinela religiosa con que pretende llenar de agua bendita y hostias los albores de la patria. Es ridículo que hable como si los sacerdotes e historiadores Guillermo Furlong y Cayetano Bruno se encontrasen en la lista de autores inspirados y sus escritos formasen parte de un nuevo canon sagrado.
Ahora bien: si Marcó miente para justificar una ingenua leyenda porque de ella saca un liviano rédito, ¿cómo creerle cuando opina de política nacional y hace afirmaciones que siempre van a favorecer a los sectores más reaccionarios de nuestra sociedad? ¿Cómo creerle cuando defiende los dichos impresentables de la autoridad máxima de su corporación con palabras más cercanas a la prestidigitación oral que a una seria argumentación? Cuando están en juego intereses considerables como el poder o las finanzas de la Iglesia católica o sus más conspicuos socios, ¿qué no sería capaz de decir Marcó?
(Como para entender quiénes son sus aliados, recordemos que Marcó se refirió a los legisladores porteños Santiago de Estrada y Jorge Enríquez como “hombres nuestros”, es decir, de la Iglesia católica. ¡Pavada de operadores se fue a elegir!)

mentiritas lujaneras
Como es el vocero del arzobispo de Buenos Aires, Marcó es quien más hace oírse pero, por supuesto, no es el único que dice mentiras en la Iglesia. Otros dicen otras. Y ya que hablamos de mentiras divinas y recordamos la reciente peregrinación a Luján, veamos cuánto de veracidad puede tener la guaranga cifra de participantes de esa caminata que ostenta la Iglesia a modo de poder de convocatoria. Este año se habló de 1.300.000, pero incluso podemos atenernos a la tradicional cifra de 1.000.000 de peregrinos para concluir que es falsa. Es simple: imaginemos que fueron caminando 800.000 personas, y otras 200.000 llegaron por otros medios para apoyar a los peregrinos, por devoción, por curiosidad o por trabajo (obispos y sacerdotes, periodistas, vendedores varios, etc.). Supongamos que esas 800.000 personas entran por la ruta en la ciudad de Luján a razón de diez por segundo (cualquiera puede darse cuenta de que entran muchos menos por segundo, pero no importa); eso significa que ingresaría gente a ese ritmo durante más de 22 horas. Y no, no es así. Pero también podemos imaginar la salida desde Luján de ese millón de personas. Los domingos hay 15 servicios de trenes, pero supongamos que TBA duplica generosa y calladamente los servicios, y que cada formación transporta 1.500 pasajeros; eso nos permite asegurar que 45.000 personas usaron el tren a lo largo de todo el domingo, y nos queda sacar a 955.000 de ahí. Imaginemos que 100.000 personas fueron en otros tantos automóviles, y que cada una de ellas regresa con otras tres; nos quedarán 555.000 a las que subiremos en 10.090 ómnibus que sobrecargaremos con 55 personas cada uno (algunos irán con 56). Tenemos ahora que sacar de la ciudad de Luján 110.090 vehículos; hagámoslos tener los motores listos y acelerar para salir a razón de uno por segundo (simplemente imposible), y así y todo tardarán en hacerlo 30 horas y media.
¿Quién puede seguir sosteniendo que 1.000.000 de personas va a Lujan en un solo día?

no le alcanza con ser estrella invitada en este blog
Cuando retomé este texto para terminarlo, me encontré con que Guillermo Marcó está en la tapa de Clarín y La Nación de hoy. Una pena: yo pretendía cierta exclusividad, pero sus dichos no me lo permitieron. Porque ahora está muy preocupado por la violencia.
Y la mentira, ¿no es violencia?

martes, octubre 03, 2006

cortina de humo

JuanChi me deja un mensaje pidiendo un post sobre la prohibición de fumar en lugares cerrados. Raro esto de que alguien me diga que escriba sobre un tema, pero no por raro menos bueno, ni por eso lejano a lo por mí deseable.
La prohibición en sí me parece indiscutible: fumar es algo que objetivamente afecta a quienes están en el entorno del fumador. Los imbéciles que están argumentando que esa veda es un avasallamiento a los derechos individuales del fumador deben tener una vida tan limitada para decir eso que, más que responderles, uno debería empezar por contarles que no hay que pegarles a los otros nenes y que el tomacorriente es un peligro, lo que es imposible de encarar en este post, en este blog.... y en esta vida: ya está, chicos, busquen un gueto que los contenga –que sin dudas lo hallarán– y adiós.
Lo que me llamó poderosamente la atención en este primer día hábil con la plena vigencia de la ley 1799 de la Ciudad de Buenos Aires es el modo en que fue presentada la información por muchos periodistas en radio y televisión: la mayoría apostaba al fracaso de la ley, casi sugería su inutilidad, por momentos hasta parecían alentar su desobediencia. Y no faltó la opinión del abanderado de todas las causas antipopulares, Mariano Grondona, pero –lo quiera o no– cuestionado en este punto pues sobre él había caído una semana atrás una sospecha por su relación con el humo y sus dividendos (ver notas haciendo click aquí y aquí).
Pero la posibilidad de que Grondona hubiera cobrado para hacer campaña a favor de las tabacaleras (sosteniendo la inocuidad del consumo del tabaco, quizás haciendo gala del placer que le causaba fumar un puro ante cámaras) permite estirar un poco más la sospecha y pensar si este coro de agoreros que hoy trinaban ridiculizando la prohibición de fumar en lugares cerrados no ha recibido sobres de los mismos remitentes.
¡Vamos! Para ser corrupto no es necesario ser político: alcanza con ser deshonesto. Y de estos seres hay bastantes en cualquier ámbito, especialmente en los que se concentra algún tipo de poder. Y no veo por qué al cuarto debamos suponerlo inmaculado, siendo que viene de la misma especie animal que los políticos, los abogados, los contadores, los policías, los curas, los dirigentes de fútbol y otros tantos que son pasibles de sufrir las mismas enfermedades.